Curioso mano a mano el de Baudoin y Vargas. Aunque lo intentan y buscan fórmulas para ello, al final acaban haciendo un poco la guerra cada uno por su cuenta. Claro, se impone el texto de Vargas, tanto por extensión -domina en la mayoría de las páginas- como por calidad. De todas formas, Baudoin acierta al retirarse y cederle el protagonismo a Vargas siempre que la historia lo requiere: cuando el texto es mucho lo mejor es liberarlo del corsé del dibujo y dejar que aquel haga las veces de ilustración.
El relato, como toda buena serie negra, contiene su ración de intriga y tensión, pero no es eso lo más importante. La grandeza de Los cuatro ríos se halla en sus personajes, en esa curiosa familia de artistas marginales, carteristas del montón y oficinistas formales, los cuatro hijos y el padre, sobre todo el padre, siempre rebosante de sabiduría mundana; en el detective divagante que no yerra una en sus intuiciones y en ese asesino extravagante que sabe cumplir a la perfección con su rol de McGuffin... Y por medio, los brillantes diálogos de Vargas, certeros y muy naturales...
Una magnífica excusa para iniciarse en sus novelas.
Fred Vargas, pseudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau, escritora francesa que de paso, tuvo relación sentimental con el coautor de Cuatro Ríos, el artista Edmond Baudoin.
ResponderEliminarPero a lo que iba, muy recomendable esta novela gráfica. No sólo la leí sino que la releo con fruición cada que tengo oportunidad.
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