martes, 27 de marzo de 2012

La historia secreta del hombre gigante, de Matt Kindt



Si releo mis apuntes me doy cuenta de que en el fondo  interpreto todos los tebeos en clave de tres o cuatro intuiciones básicas que repito una y otra vez y que de alguna manera me sirven para tratar  de comprenderlos. Por ejemplo la que me inspira de nuevo la obra de Matt Kindt, y de la que La historia secreta del hombre gigante no es ninguna  excepción, a saber: que es ahora cuando se están escribiendo y dibujando los que mañana serán los grandes clásicos del cómic. Cierto es que el cómic atesora ya en sus casi dos siglos de existencia un buen puñado de obras maestras, pero me domina la impresión de que estas  décadas a caballo entre un siglo y otro significarán para el noveno arte lo que los años 40 y 50 significaron para el cine: su gran época dorada.

Supongo que La historia secreta del hombre gigante no alcanza el nivel de complejidad de Super Spy, más ambiciosa en sus presupuestos, pero un buen tiento si que le da.  No falta ni uno de los ingredientes que hacen grande a Super Spy: ni la audacia narrativa, ni la sensibilidad, ni la belleza de sus pinturas. Porque pueden atraerte más o menos sus historias, pero vaya, da gusto mirar la páginas de Matt Kindt y dejarse envolver por su ritmo.

O si no comprobadlo por vosotros mismos:


sábado, 24 de marzo de 2012

DC: The New Frontier, de Darwyn Cooke



Lo he leído en cientos de páginas y revistas, Darwyn Cooke es el nombre, Darwyn Cooke es el hombre, pero pensaba yo... ¿un tío que hace superhéroes? ... ¿un tío que aceptó continuar mil siglos después el The Spirit de Eisner? ... Venga ya, ¿cómo va a ser bueno alguien que comete semejantes tropelías? Pues sí... Darwyn Cooke es el hombre. Por supuesto habrá que leerle más cosas, pero la primera impresión es inmejorable. Dibujo, color, argumento, personajes... Lo tiene todo este DC: The New Frontier.

Ya he avisado en otras entradas que el de los superhéroes no es precisamente mi género favorito; la mía ha de tomarse como una mirada desde la distancia. Pero en fin, visto desde la perspectiva que ofrece la lejanía diría que  para conseguir unos superhéroes verdaderamente logrados es requisito indispensable liberarlos del yugo asfixiante de la continuidad  y, una vez libres de él, manejar aquella al gusto, jugar con ella, rectificarla, posar la atención en aspectos  marginales o menos conocidos de la misma... Algo así viene a hacer aquí Darwyn Cooke con el universo DC. Retoma sus personajes e Histora y los reescribe a su antojo para armar un relato alternativo que seguramente nunca figurará en las crónicas oficiales de este universo, pero que pese a ello rescata y ensalza como pocas veces antes sus verdaderas esencias. Porque DC: The New Frontier es ante todo una oda apasionada y apasionante al concepto del superhéroe clásico.

Me da la impresión de que de  alguna manera Cooke ha logrado firmar con ella lo que vendría a ser el reverso luminoso de Watchmen. Del universo de Moore y Gibbons toma prestada una de sus premisas fundamentales, la de ese mundo que se rebela contra la existencia de los superhéroes, que quiere seguir su curso al margen de los mismos, que ve en ellos más una amenaza  que una garantía y que, en consecuencia, trata por todos los medios de ponerles coto. También Cooke promulga su propia Acta de Keene y también, como en Watchmen, los vigilantes de esta linea alternativa deben elegir  entre poner sus habilidades a las ordenes del gobierno, retirarse o continuar sus actividades superheróicas en la más absoluta clandestinidad. Pero a diferencia de aquel, que aun estando fuertemente influido por la existencia de los vigilantes seguía guardando más puntos en común con nuestra realidad que con la de los superhéroes, el mundo que imagina  Cooke es un mundo que pertenece a los superhéroes.  

Podría decirse que Watchmen es la  historia de los superhéroes  arrancados de su lógica de cómics y trasplantados a nuestra realidad; una historia donde los superhéroes  se ven desbordados y superados por los mecanismo que rigen esta realidad que no es la suya. Y podría afirmarse que The New Frontier es la historia de un mundo, el nuestro, que arrancado de su propia lógica es trasplantado a la realidad de los superhéroes; una historia donde es nuestro propio mundo el que se ve desbordado y superado por los mecanismos y convenciones que rigen la realidad de los superhéroes. 

En el muy politizado mundo de Watchmen,  donde predominan las razones de Estado,  los superhéroes parecen estar de más. Los vigilantes  no sólo no pueden resolver esos conflictos políticos sino que además los agravan: el Doctor Manhattan rompe peligrosamente el equilibrio de fuerzas de nuestra realidad y hace casi inevitable el conflicto nuclear;  Ozymandías, por su parte, haciendo una lectura del conflicto más propia de los tebeos de superhéroes que de nuestra realidad -aunque lo niegue todo su plan es digno de un villano de opereta-  acaba exterminando a más de tres millones de personas, mientras que el resto de los vigilantes, impotentes, no consiguen impedírselo. Y todo ello sin que en verdad se resuelva nada, como deja claro el demoledor "nada termina nunca". Más aun, en Watchmen Ozymandías tiene que crear su propio monstruo lovecraftiano porque esa realidad no admite  semejante tipo de seres. 

En The New Frontier, y he ahí donde radica la gran diferencia con  Watchmen, por más que el mundo pretenda parecerse al nuestro e ignorarlas, las típicas amenazas lovecraftianas del universo superheróico existen, son muy reales y hacen de los superhéroes salvarguadas indispensables de las que no pueden prescindir. Quieren esconderlos bajo la alfombra, pero este mundo les pertenece a ellos; ellos son sus grandes adalides y como tales merecen su respeto y su admiración. Y a ello se aplica Cooke con suma diligencia y entusiasmo. Ya digo, una auténtica declaración de amor al género.

Lo que, por otra parte,  estando muy bien no es ni de lejos lo mejor de The New Frontier. Lo mejor es el arte -no hay otro sustantivo para él- que despliega  Cooke en sus páginas. Un dibujo evocador que a mí me recuerda principalmente al Batman de Bruce Timm, al The Spirit de Will Eisner y el Año uno de David Mazzuchelli, con una composiciones de página que toman como base tres viñetas horizontales, lo que dota a su narrativa de un muy atractivo aspecto de cinemascope. Decía al principio de la entrada  que liberar al superhéroe del yugo de la continuidad se me antoja un requisito esencial para hacer de ellos un género interesante. Ahí va otro consejo: liberar al dibujo de la clásica influencia de los John Busceman,  Neal Adams o  los chicos de Imagen, que hasta hace no demasiado ahogaban la personalidad de los dibujantes. Ese me parece otro de los grandes logros de los tebeos de superhéroes más recientes; cada propuesta guarda rasgos propios que le ortorgan una identidad, la de sus autores, que brilla por encima de las convenciones y exigencias del género y de la que indudablemente sale muy beneficiado el tebeo. 

Sólo siguiendo ese camino los superhéroes pueden aspirar a superar su condición de mero producto industrial y a convertirse definitivamente en creaciones genuínas. Vamos, me parece a mí.


jueves, 15 de marzo de 2012

En la prisión, de Kazuichi Hanawa

Reconozco que en algunos pasajes se me hizo algo aburrido, aunque tal vez  sea ese  justamente su tema: qué hacer cuando no hay nada que hacer. Se lo comentan a Hanawa en la entrevista inicial, y leyendo el tebeo parece que fuera verdad: da la sensación de que se chupó tres años en la trena sólo para poder documentarse a fondo. Porque no cabe duda de que  En la prisión  se situa más próximo al reportaje periodístico que al manido drama carcelario. 

De hecho no aparece ni uno solo de los tan gastados tópicos del género. En este sentido resulta sorprendente lo civilizada que es la prisión de En la prisión; se come bien, hay cine mensual, lectura abundante, trabajo relajado, carceleros poco autoritarios y hasta los reclusos no parecen mala gente...

Tampoco el dibujo de Hanawa  consigue entusiasmarme; me parece algo desmañado en su trazo. Y sin embargo de cuando en cuando se descuelga con dobles páginas de un detallismo casi fotográfico que son auténticas delicias.

En fin, que sin lograr apasionarme En la prisión me parece un cómic grande; grande en el sentido de  esas obras necesarias que consiguen conquistar nuevos espacios para el medio. Y eso siempre es muy de agradecer.


lunes, 12 de marzo de 2012

Destructor: la Gotham de Anton Furst

The Forty-six Street promenade looking south to the Gardner Overpass
4




Tampoco es que pueda decirse que esté mal,
aunque la historia no sea nada del otro jueves. El guión de Alan Grant y Denny O´Neil es solvente y se sigue con agrado. Pero no sería un arco argumental especialmente memorable si no fuera por la vieja Gotham que aflora majestuosa en sus páginas y a la que, construcción a construcción, vamos redescubriendo con cada una de las demoliciones del "Destructor". Al igual que en Las ciudades oscuras, es en la belleza de los diseños arquitectónicos de Cyrus Pinkney, en la ficción, y de Anton Furst para el Batman de Burton en la realidad, donde reside el verdadero encanto de esta miniserie. 

Unos diseños y una historia que pueden encontrarse también, si no recuerdo mal, en el tomo Las puertas de Gotham y que ahora  me vais a permitir que comparta aquí con vosotros: 


the old Gotham City Police Headquarters
5
Looking east from the top of the Wayne Building
3
McFarland Street in the financial district
2
the city skyline looking west from across the Gotam River
1

martes, 6 de marzo de 2012

Super Spy, versión cronológica

Decía yo que, además de en el orden propuesto por Matt Kindt, esta joya que es el Super Spy puede leerse en riguroso sentido cronológico, siguiendo la numeración de los dosieres.  Pues bien, aprovechando la libertad y las posibilidades de interacción que ofrece el formato digital me he entretenido estos días haciendo la prueba y reconstruyendo esta otra forma de acercarse al tebeo. 

He aquí el resultado:


Nueva carpeta