martes, 20 de diciembre de 2011

Pequeño Grant Morrison


Nunca entenderé la fama y el prestigio del que goza Grant Morrison. O tal vez algún día sí, que en verdad le he leído muy pocas cosas como para tener de él una opinión sólida. Pero es que lo poco que le he leído me parece horrible: vacio, pedante, relamido, ridículo, sin pies ni cabeza... 

En concreto le he soportado El misterio religioso, pinturas muy hermosas de Jon J. Muth, y pretensiones seudofilosóficas a porrillo por parte de Grant; Arkham Asylum, pinturas muy hermosas de Dave McKean, y pretensiones seudopsicológicas a porrillo por parte de Grant; All-Star Superman, patético homenaje al hombre de acero que más bien parece ideado con la intención de sacarle los colores al último hijo de Krypton -mirad, mirad que cosa más patética es, ha sido y será siempre Superman-; y por último W3, que bueno, me parece un poco más pasable, no porque deje de ser otra soberana tontería, pero hay que reconocer que tiene muy buen ritmo, aunque eso en gran medida se lo debemos al estupendo Frank Quitely. 

En fin, yo no debería hacer estas cosas, que a lo mejor después insisto en su obra y acabo cogiéndole el gusto, pero de momento, a día de hoy, en mi estado casi salvaje de ignorancia, Grant Morrison es...¡el horror!

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